domingo, 15 de noviembre de 2009

Parto sin Dolor

Hernando Vanegas Toloza*

La medicina debe su existencia y razón de ser al dolor. Por ello, aliviarlo es tarea de dioses y una de las subespecialidades más preciadas de la Anestesiología ("Anaesthesia Deorum ars"). Lo anterior es particularmente cierto en el caso del alivio del dolor de la parturienta (futura madre). No hay en nuestro planeta un evento más gratificante que el dar a la vida un nuevo ser, y tal tarea se la confirió la naturaleza, con infinita sabiduría, a la mujer. No podía ser de otra manera.

Sin embargo, siempre nos hemos preguntado: ¿Por qué la mujer debe sufrir los dolores producidos por un evento fisiológico que debiera ser placentero de principio a fin? Los eventos que ocurren en el trabajo de parto tienen una honda repercusión en la madre y producen dolor. El dolor durante el trabajo de parto tiende a acentuarse por el temor de experiencias desconocidas o desagradables previas, de allí que conocer los sucesos que ocurren es imprescindible a fin de desmitificarlos.

El parto para fines prácticos es dividido en tres estados: en el estado I o primera etapa, la causa del dolor son las contracciones uterinas producidas por las contracciones del músculo uterino -miometrio- y el borramiento y dilatación del cuello de la matriz, o útero, estimulado a su vez por la descarga de hormonas y neurotransmisores, y en el estado II o segunda etapa, a las contracciones uterinas y dilatación del cuello, se le suman la distensión perineal y la episiotomía, y termina hasta cuando sale el feto; posteriormente hay una III etapa, la cual corresponde al alumbramiento de la placenta.

A través del tiempo el ser humano ha tenido la tendencia a tratar de mitigar, sino eliminar, el dolor del parto, sin mencionar conceptos religiosos, sociales, culturales y económicos. Se han utilizado métodos no farmacológicos entre los que podemos mencionar: la psicoprofilaxis, la hipnosis, la estimulación eléctrica transcutánea (TENS), la acupuntura; métodos farmacológicos entre los que incluímos la medicación sistémica con opioides, sedantes o tranquilizantes; y métodos invasivos de bloqueos de los nervios que están implicados en la transmisión de los impulsos dolorosos, ya sea bloqueos periféricos como los bloqueos de los nervios pudendos y paracervical, ya con analgesia neuroaxial, más conocido como analgesia para el dolor de parto o analgesia obstétrica.

La técnica de la analgesia neuroaxial es simplemente la colocación de un catéter en el espacio peridural, siguiendo los pasos como si fuera para una anestesia peridural. La paciente debe cumplir determinados requisitos y una vez satisfechos éstos es llevada a la Sala destinada para ello. Es colocada en la camilla en posición acostada sobre el lado izquierdo, se siguen normas de asepsia y antisepsia, y luego le es infiltrada la piel y el espacio intervertebral elegido con lidocaína, para acceder al espacio peridural. Una aguja especial se introduce hasta llegar a este espacio y una vez allí se inserta el catéter epidural a través de la aguja, el cual es como una sonda de muy pequeño calibre. La aguja es retirada asegurándose el anestesiólogo que el catéter queda debidamente colocado. Se asegura el catéter para evitar su desplazamiento del espacio peridural. Y se procede entonces a realizar el bloqueo.

A través del catéter epidural se inyectan volúmenes y concentraciones bajas del agente anestésico local elegido para lograr un nivel de analgesia un poco por debajo del ombligo, adicionándole agentes opioides, siendo el más usado el fentanil. Los anestésicos más usados son la Lidocaína al 1 % sin adrenalina, y/o la Bupivacaína al 0,125 % o menos. Los agentes anestésicos y opioides usados dependerán de la preferencia del anestesiólogo de acuerdo con su experiencia y gusto por uno u otro, o la mezcla de varios. Se pueden inyectar las drogas analgésicas bien sea por el método de bolo (inyección de toda la dosis) o mediante la infusión contínua con máquinas especiales.

Sea cual sea el método elegido, la sensación de dolor es abolida y convierte el trabajo de parto de esa mujer en una experiencia placentera totalmente. Es de resaltar las ventajas de la analgesia obstétrica: Abolición del dolor, deambulación durante el trabajo de parto, mayor conservación de energía de la parturiente y menor cansancio, mayor colaboración con el obstetra, analgesia durante el post-parto, menor dosis de fármacos y menor toxicidad. Igualmente es necesario mencionar algunos de los inconvenientes que puede ocasionar tal técnica: prolongación del trabajo de parto, perforación de la duramadre durante la colocación del catéter, dolor de espalda posterior al parto. Algunos autores consideran que la incidencia de cesárea aumenta con la analgesia obstétrica, pero otros autores refutan tal aseveración.

Llama la atención que la analgesia para el trabajo de parto tenga una connotación especial de acuerdo con el nivel socioeconómico de la familia. En artículo del Dr. Fernando Aguilera Castro, de Colombia, en que analiza estas técnicas se encuentra que en la Clínica de la Mujer de Bogotá, institución privada, enfocada a la atención materno-infantil de estrato alto entre 1994 y 1998 de 9.994 partos, 9.618 recibieron analgesia peridural (96.23 %). En la Clínica David Restrepo, una fundación que atiende estratos medios, el 42 % de las pacientes recibieron analgesia peridural. En el Hospital Simón Bolívar, institución gubernamental en Bogotá, que atiende los estratos sociales bajos, solo entre el 30 y el 16.9 % de las pacientes reciben analgesia peridural para el parto.

Montar un servicio de analgesia obstétrica implicaría la contratación de tres anestesiólogos (uno por turno), personal de enfermería especializado y recursos técnicos: bombas de infusión, catéteres para infusión, etc. Las agujas y catéteres peridurales, y las drogas analgésicas forman parte del stock de los servicios de anestesia de todo el país. En realidad, no saldría costoso a cualquier institución.

Es lamentable que las mujeres, premiadas por la naturaleza con la tarea noble de la perpetuación de la especie, deban sufrir dolor al parir a sus hijos por consideraciones de carácter económico y la falta de una definición política al respecto, que le impiden acceder a la posibilidad de recibir analgesia durante su trabajo de parto.

Referencias bibliográficas

1. Miranda A. Tratado de Anestesiología y Reanimación en Obstericia. Ed. Masson, S.A. Barcelona, España. 1997.
2. Barash-Cullen-Stoelting. Anestesia Clínica. 3a Edición. Ed. McGraw-Hill Interamericana. México. 1999.
3. Morgan G. E. Anestesiología Clínica. Ed. Manual Moderno. México, D.F. 1995.
4. Aguilera Castro F. Nuevas técnicas de analgesia para la conducción del trabajo de parto. Ventajas y desventajas.
5. Jorge García E. Efectos secundarios de la anestesia epidural sobre la madre y el niño. www.medens.com/

GeoSalud, Octubre 2004
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* Médico y Cirujano
Especialista en Anestesiología y Reanimación
deorumars_anes@hotmail.com

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