Los péptidos opioides endógenos del cerebro, encargados de controlar los mecanismos del dolor, están mediados por una familia de proteínas que regula su actuación. Así lo ha demostrado un equipo español que publica los datos en Journal of Neuroscience.
La familia de proteínas TGF-s tiene un mecanismo de acción muy interesante, al haberse comprobado en el laboratorio cómo regula la cantidad de péptidos opioides endógenos que producen nuestras neuronas. "Ello podría permitir diseñar estrategias farmacológicas, que no tienen por qué ser fármacos opiáceos, que estimulen frente al dolor la función de nuestro propio sistema opioide: las encefalinas y las endorfinas. Abre una perspectiva terapéutica muy novedosa", según ha señalado María Amor Hurlé, catedrática de Farmacología de la Universidad de Cantabria.
Sistema opioide
· Los receptores TGF-s aparecen en regiones relacionadas con el control de la transmisión del dolor, sobre todo de endorfinas
El último número del Journal of Neuroscience publica los resultados de una investigación sobre Fisiopatología del sistema opioide, dirigida por Hurlé en la Facultad de Medicina, y que ha contado con el apoyo del Instituto de Formación e Investigación Marqués de Valdecilla (Ifimav) y el Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (Ibbtec).
Los datos evidencian, según la directora de la investigación, una nueva función de la familia de proteínas denominadas factores de crecimiento transformante (TGF-s) como moduladoras de la sensibilidad dolorosa aguda fisiológica y del desarrollo de dolor crónico, facilitando, además, la actividad del sistema opioide endógeno, según la experta.
En este trabajo, que ha durado cinco años y en el que han participado los profesores Mónica Tramullas, Aquilino Lantero, Álvaro Díaz, Néstor Morchón, David Merino, Ana Villar, Juan Hurlé, Dirk Buscher, Ramón Merino, María Amor Hurlé y Juan Carlos Izpisúa-Belmonte, se demuestra la existencia de una elevada expresión de diversos miembros de la familia de los TGF-s y sus receptores en regiones estrechamente relacionadas con el control de la transmisión del dolor, particularmente en aquellas áreas del sistema nervioso ricas en péptidos opioides (endorfinas). Estos hallazgos sugieren la implicación de esta familia de proteínas en el procesamiento de la percepción dolorosa.
Para demostrar esta hipótesis, se generaron ratones que carecen del gen de Bambi (BMP and Activin membrane bound inhibitor), un pseudorreceptor encargado fisiológicamente de regular negativamente las funciones controladas por los TGF-s. El diseño del ratón mutante que carece del gen Bambi ha sido posible gracias a la colaboración de Juan Carlos Izpisúa-Belmonte desde el Instituto de La Jolla, en California.
· La ausencia del gen Bambi confiere una menor sensibilidad al dolor agudo y retrasa el dolor crónico patológico provocando una lesión nerviosa
"En este ratón mutante hemos visto que tiene en esta vía de señalización una actividad mucho mayor que en los ratones no mutados. La ausencia de Bambi facilita la actividad de los TGF-s".
En estos ratones, denominados Bambi knock-out, la ausencia del antagonista fisiológico facilita las señales celulares mediadas por TGF-s en el sistema nervioso. "El análisis de la respuesta a estímulos dolorosos de los ratones Bambi knock-out demostró que la ausencia de Bambi confiere una menor sensibilidad al dolor agudo y retrasa el desarrollo del dolor crónico patológico provocado por una lesión nerviosa", ha observado la catedrática.
Péptidos clave
"Se constata que la menor sensibilidad dolorosa de estos animales depende de un incremento en la producción de péptidos opioides endógenos (encefalinas y endorfina) por parte de neuronas de la médula espinal. Los análisis de expresión génica sugieren fuertemente que la familia TGF-s controla la transcripción de genes codificantes de péptidos opioides".
Hasta ahora se sabía únicamente que TGF-s cuando se administraba a ratones con dolor neuropático tenía un efecto protector. Sin embargo, como ha añadido María Hurlé, ahora "ya sabemos que hay una familia de proteínas implicada en el procesamiento de la sensibilidad dolorosa, y cómo nuestras endorfinas tratan de paliar la intensidad del estímulo doloroso que estamos percibiendo".
NUEVAS PERSPECTIVAS TERAPÉUTICAS
Los resultados de este estudio abren nuevas perspectivas terapéuticas para el tratamiento del dolor crónico al sentar las bases para el diseño de nuevos agentes farmacológicos no opiáceos que refuercen la actividad del sistema opioide endógeno. María Hurlé ha recordado que en el dolor agudo hay recursos farmacológicos de enorme utilidad, pero que, en cambio, en el crónico "vemos cómo los especialistas de las unidades del dolor se enfrentan a pacientes que no responden positivamente a los tratamientos, dado que los mecanismos del dolor en cada individuo son complejos"."Para el dolor agudo tenemos fármacos muy eficaces, pero el dolor crónico, sin embargo, aquel que está presente durante más de seis meses en una persona y que afecta a un 15 por ciento de los individuos aproximadamente, constituye un reto, y en el caso del dolor neuropático, que es en el que nos hemos centrado nosotros, hay muchas veces en las que no somos capaces de calmar el sufrimiento del enfermo", ha agregado la farmacóloga. Contenido actualizado el 2010-03-17
Tomado de : Boletín de la Sociedad Española de Dolor |
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